El conflicto en Ucrania disfruta de una cobertura visual y mediática sin precedentes. Muchos reporteros van al campo a entregar sus imágenes. Además de los artistas que usan la fotografía, los residentes, civiles y soldados también producen y comparten imágenes que publican diariamente en varias plataformas. Una ínfima parte de esta producción nos llega, a través de nuestros contactos, redes sociales o medios de comunicación. La vida cotidiana, la propaganda, el periodismo, la producción artística, la fotografía es parte esencial de este conflicto.
Desde las primeras horas, vimos campañas de medios muy bien manejadas, reproduciendo los códigos digitales a la perfección. Sus instigadores saben cómo capitalizar las diversas redes en línea para exportar el esfuerzo bélico. Estas campañas desinhibidas te invitan a crear y compartir sin restricciones. Las narrativas visuales invaden el espacio y demuestran una creatividad sin límites. Tanto es así que uno se pregunta si las imágenes de prensa siguen dominando nuestras representaciones de los acontecimientos. Las imágenes que circulan por correo electrónico y en las redes, producidas por aficionados o profesionales, ofrecen muchas posibilidades para los planos inversos. Por tanto, cabe preguntarse si esta profusión es similar al ruido o si ayuda a establecer los hechos.
En un momento en que Vogue estadounidense envía a un famoso fotógrafo para retratar a la pareja presidencial ucraniana, el conflicto también se convierte en un campo de pruebas para las imágenes. Nuevas prácticas aparecen en los márgenes. Entre ellos, la fotogrametría y la tokenización se están volviendo más democráticas. Se pueden encontrar reconstrucciones tridimensionales de ruinas en sitios de alojamiento 3D para consumidores. Las imágenes se venden por NFT en mercados populares.
Desde los documentales hasta las redes sociales, pasando por la escena artística, Photo Elysée quiere confrontar enfoques y cuestionar la complejidad de las imágenes producidas en este contexto.