El neoimpresionismo a la luz del sur
Por primera vez en Suiza, la Fondation de l'Hermitage dedica una gran retrospectiva al pintor francés Achille Laugé (1861-1944). Artista profundamente ligado a Occitania, de donde es, Laugé fascina con su singular recorrido dentro del movimiento neoimpresionista. La exposición, que reúne cerca de un centenar de obras y recorre toda la carrera de Laugé, destaca la profunda originalidad de este pintor cotidiano, movido por una sensibilidad excepcional. Refinado y sencillo al mismo tiempo, prefiere pintar temas que forman parte de su entorno inmediato: los alrededores de su casa en Cailhau, las flores de su jardín, los retratos de sus familiares. Su técnica depurada, caracterizada por la yuxtaposición de los tres colores primarios en pequeños puntos o celosías, sigue el método divisionista con un enfoque muy personal.
BRISA DEL NEO IMPRESIONISMO
Proveniente de una familia campesina, Laugé abandonó sus estudios de farmacia en favor de la Escuela de Bellas Artes de Toulouse, donde entabló amistad con Antoine Bourdelle, antes de continuar su aprendizaje en París y compartir el estudio de Aristide Maillol. En 1886, en el Salon des Indépendants, Laugé descubrió la pintura manifiesto de Georges Seurat, Un domingo en la isla de La Grande-Jatte, una verdadera revelación para él. En 1892, de vuelta en Carcassonne, se reconvierte al puro color partido.
UN ARTISTA DE EXTRAÑA SENSIBILIDAD
Solo frente a la deslumbrante luz del sur, Laugé se apropió, a través de numerosos experimentos, de la teoría del color de Seurat y Signac. Con un carácter profundamente original que denota su intuición del color, crea suntuosos bodegones donde ramos de amapolas y margaritas conviven con frutas maduras y ramas de almendros en flor. Achille Laugé expresa ese “arte de la sensibilidad emocional” que plantea su amigo Bourdelle.
GEOMETRÍA, PERSPECTIVA Y LUZ
Como Monet frente a sus catedrales, Laugé trabaja en series, representando incansablemente los caminos de Cailhau. En estos paisajes rigurosamente construidos, se esfuerza por plasmar los matices de la luz, el paso de las estaciones en sus más mínimas variaciones. Recorriendo estos caminos con el "tráiler-taller" que había diseñado para trabajar el motivo, el artista crea composiciones con un estilo depurado de las que emerge una suave sensación de tranquilidad, un sentido de la composición muy geométrico y un marcado gusto por el vacío. .
La estricta técnica característica de los retratos de los años 1896 a 1899 va de la mano con la delicadeza que impregna la obra de Achille Laugé. Alrededor de 1905-1910, suavizó su toque, sin dejar de utilizar una paleta reducida de colores puros. Las décadas de 1920 y 1930 lo vieron pasar los veranos en Collioure, un hervidero de coloristas en el cambio de siglo. Laugé murió en 1944, sin haber dejado nunca de trabajar, cultivando la particularidad de su paleta y la libertad de su toque resueltamente vibrante.
TEMAS DE LA EXPOSICIÓN
La exposición se estructura en torno a temas que ilustran tanto la carrera como los temas favoritos de Laugé, lo que permite situar al pintor en el contexto artístico de principios del siglo XX y revelar la singularidad de este notable artista:
- Aprendizaje: primeros retratos
- Hieratismo: retratos neoimpresionistas
- Transparencia y japonismo
- Puro: el sabor del vacío
- Construcción: geometría, perspectiva
- Serie: los caminos de Cailhau
- pasteles y dibujos
- Espacio biográfico: Laugé y sus familiares
- Flores y frutas, juegos de volumen.
- arquitectura y color
OFICINA CIENTÍFICA
Nicole Tamburini, historiadora del arte, especialista de Achille Laugé
COMISIONADO GENERAL
Sylvie Wuhrmann, directora de la Fundación Hermitage